miércoles, 24 de marzo de 2010

PISCIFACTORIAS EN TOURIÑAN


NUEVA RED NATURA GALLEGA


¿ GALICIA CONTRA ROSA?


¿Galicia contra Rosa Díez?

Hacía tiempo que una frase de un político no causaba un escándalo tan grande como la pronunciada por Rosa Díez en una entrevista, por lo demás excelente, realizada por Iñaki Gabilondo: “Zapatero es gallego… en el sentido más peyorativo del término”. Quería decir, obviamente, que es un hombre que se caracteriza por mantenerse siempre en la indefinición y el disimulo sobre, por ejemplo, la crisis económica. Indefinición o capacidad de disimulo son actitudes tradicionalmente atribuidas a los gallegos, como otras muchas, y no siempre elogiosas, se predican de los andaluces, catalanes, vascos o madrileños. En realidad son tópicos, irónicos o elogiosos, que se dicen de todos los pueblos del mundo y que también usa todo el mundo, sin que los gallegos seamos una excepción por mucho que lo proclame el Parlamento, la Xunta o la mismísima Diputación de Pontevedra. Y por cierto, los gallegos siempre hemos presumido de sentido del humor, de la ironía y de la retranca. ¿Por qué nos hemos ofendido entonces todos tanto, y al parecer con tan impresionante unanimidad? Sin duda es un fastidio que a doña Rosa Díez no se le ocurriera en ese instante otra calificación para el cada vez más impopular Presidente del Gobierno que el de “gallego en el sentido peyorativo de la palabra”. Ojalá se le hubiera ocurrido otra cosa. Sin duda, Galicia sería mucho más feliz, libre y próspera si no lo hubiera dicho, ¿no? Pero como no fue así y doña Rosa Díez tuvo ese patinazo verbal, Galicia sufre, de creer a los más enardecidos, un desprecio colectivo y una afrenta histórica sin precedentes, motivo de sobra para que todas nuestras instituciones se movilicen como un solo hombre contra esta mujer sola. Y contra nuestro pequeño y joven partido, Unión Progreso y Democracia.
Llama la atención que incluso después de que Rosa Díez aclarara que no había querido molestar a nadie con la frase, la tempestad de denuestos arreciara con nuevas exigencias de disculpas completamente desaforadas. Nada de lo que Rosa Díez y UPyD hayan hecho hasta ahora en beneficio de los ciudadanos españoles, gallegos incluidos, tiene por lo visto el menor valor. Y sin embargo, las iniciativas de Rosa Díez en el Congreso de los Diputados para mejorar la igualdad y libertad de todos nosotros, para exigir responsabilidad al Gobierno de irresponsables que han sumido a España en la peor crisis económica y política de los últimos años, también han estado al servicio de los ciudadanos de Galicia. ¿No es ese el caso, por ejemplo, de la propuesta para que el gobierno adoptara iniciativas legislativas para conseguir la despolitización de las cajas de ahorros, incluidas las gallegas? Es algo que todo el mundo dice apoyar pero contra lo que todos los partidos votan siempre, a excepción de UPyD. Parémonos un momento en este asunto, y quizás entendamos mejor por qué la propia Xunta de Galicia se ha puesto al frente del linchamiento mediático e institucional de Rosa Díez.
La Ley de Cajas de Ahorro de Galicia presentada por la Xunta y aprobada por el Parlamento de Galicia, con el apoyo unánime de todas las fuerzas parlamentarias, es un buen ejemplo de lo que no se debe hacer para luchar contra la crisis económica y financiera. ¿Qué ventajas tiene, para los ciudadanos de Galicia, el “blindaje” de sus cajas de ahorros, cuando están en apuros financieros y al servicio de los poderes fácticos que las controlan, no de los empresarios, ahorradores o trabajadores de Galicia? ¿Qué es más conveniente para Galicia, tener cajas de ahorros saneadas y bien gestionadas, que den crédito a las empresas y ciudadanos, o entidades opacas con turbias cuentas de resultados, cerradas al exterior para que no se descubran manejos inconfesables? La economía de Galicia forma parte de la española, europea y mundial, le guste o no a la Xunta y al Parlamento, así que no se debe levantar este muro legal a la circulación de capitales y empresas, pero es que encima no se puede. El Consejo de Estado hizo un informe contrario a la constitucionalidad de esta ley, y el Gobierno español presentó el correspondiente recurso ante el Tribunal Constitucional. El resultado de esta maniobra: un claro perjuicio para los intereses reales de los gallegos, cuyas principales instituciones financieras tardarán más tiempo en sanearse y en funcionar más eficazmente.
Reparemos ahora en que los mismos partidos que reprueban la frase de Rosa Díez en las instituciones gallegas son los mismos que votaron en el Congreso de los Diputados, con la misma unanimidad, contra la propuesta de UPyD para despolitizar las cajas de ahorros, que en Galicia también significaría que PP, PSG y BNG perderían su parte del pastel. ¿Es casual o algo más que esos partidos, cuyos privilegios y chanchullos están amenazados por las iniciativas de Rosa Díez, se pongan como fieras por una frase sacada de contexto? Y quien habla del problema de las Cajas de Ahorros, sumamente grave, podría hablar de muchos otros que conviene disimular bajo la nube de tinta de calamar de la dichosa frase sobre el gallego peyorativo: los incumplimientos de Feijóo de sus compromisos electorales en materia educativa y lingüística, o los retrasos en el desarrollo de infraestructuras claves para el desarrollo de Galicia, y desde luego la pésima gestión de la crisis económica imputable a las instituciones autonómicas y nacionales. Todos tienen que perder con las denunciar de UPyD, y todos intentan desprestigiarnos por eso mismo, aprovechando unas pocas palabras poco inspiradas dentro de un gran discurso.
Quizás el problema radique en que nos hemos acostumbrado a juzgar a los políticos más por sus declaraciones que por sus acciones, cuando debería ser al revés. Las acciones de Rosa Díez y de UPyD son objetivamente beneficiosas para Galicia, como lo es y será cualquier iniciativa para mejorar la democracia y la economía españolas. Pero no, una frase desafortunada, que entendemos que ofenda a algunos pese a carecer de malicia -¿qué interés podría tener Rosa Díez en soliviantar a Galicia contra ella, qué gana?-, se impone a cualquier otro juicio racional. Incluso a la defensa de las libertades y derechos elementales de todos. Las instituciones gallegas, ¿van a reprobar el ataque fascista que sufrieron Rosa Díez y los ciudadanos catalanes que querían escucharla el pasado viernes cinco, en la Universidad Autónoma de Barcelona? ¿Qué ponen por delante, la libertad de expresión y reunión, los derechos humanos universales, o la supuesta “dignidad herida” de los gallegos por una frase anecdótica? Yo soy gallego y tengo claro qué es más importante, como muchísimos conciudadanos de Galicia y del resto de España. Son las instituciones gallegas que no quieren ver la diferencia las que deberían preguntarse si, con su desmesura y falta de ecuanimidad y tolerancia, no son ellas quienes están dañando la imagen de Galicia y de las instituciones mismas.